Durante mucho tiempo, la alteración de la voz relacionada con la deglución se ha considerado un indicador clínico de disfagia. Además, se ha explorado el análisis de la calidad vocal como una herramienta útil para identificar a los pacientes que podrían estar en riesgo de aspiración (Daniels et al., 1998; Linden & Siebens, 1983; Martino et al., 2009; McCullough et al., 2001; Murugappan et al., 2010; Ryu et al., 2004; Waito et al., 2011; Yamakawa et al., 2017; Yamashita et al., 2014). También se ha asumido de manera generalizada que características perceptuales, como una voz “húmeda”, son señales de un mayor riesgo de aspiración (Logemann, 1998; Murray et al., 1996).

En la práctica clínica, es común que después de una deglución se le pida al paciente que diga “ahh” o “eee” para evaluar si hay cambios en su calidad vocal. Pero, ¿realmente podemos confiar en lo que escuchamos? ¿Una voz húmeda siempre indica aspiración? ¿Una voz clara es sinónimo de seguridad?

Un estudio de Welden y colegas (2022) exploró estas preguntas donde grabaron simultáneamente evaluaciones FEES (endoscopia de deglución) y muestras de voz de 44 hombres con disfonía y disfagia de diversas etiologías (i.e., incluía factores neurológicos, enfermedades de cabeza y cuello, y enfermedades médicas generales; la mayoría presentaba múltiples comorbilidades). Un grupo de fonoaudiólogos con experiencia en voz y deglución evaluó los audios, calificando características como disfonía, aspereza, calidad vocal húmeda y una medida perceptiva global del sonido de material en la vía aérea laríngea (sMIA).

¿Qué revelaron los resultados?

A pesar de la presencia de alimento o líquido en la laringe, los evaluadores no lograron identificar de forma consistente una voz húmeda o la presencia de sMIA. Tampoco hubo diferencias notables en la percepción vocal cuando el residuo estaba en diferentes estructuras laríngeas (por ejemplo, en las cuerdas vocales verdaderas versus los pliegues ventriculares), ni cuando se trataba de mayor o menor cantidad de material. Incluso al controlar la disfonía basal de los participantes, los resultados fueron los mismos.

En otras palabras, una voz que suena “limpia” no descarta la presencia de residuo, y una voz que suena “húmeda” no confirma su existencia. Además, los oyentes presentaron bajo nivel de acuerdo entre ellos, lo que cuestiona la confiabilidad de este juicio auditivo.

¿Y qué hay del riesgo de aspiración?

El estudio también examinó si el residuo laríngeo durante la fonación post-deglución se relacionaba con aspiración. La respuesta fue: no necesariamente. Aunque todos los participantes que aspiraron tenían material en la laringe, la gran mayoría de quienes presentaban residuo no aspiraron. De hecho, ninguno de ellos intentó limpiarlo con un tragado espontáneo, tos o aclarado de garganta.

Esto sugiere que el cambio en la voz después de la deglución no es un indicador confiable del riesgo de aspiración y no debería ser la única base para tomar decisiones clínicas, como modificar la consistencia de la dieta.

 

“Los clínicos deben tener presente que pacientes en riesgo de aspiración pueden no mostrar cambios perceptibles en la voz, incluso cuando hay evidencia visual de material en la vía aérea.”

— Welden et al., 2022

¿Entonces, cuál es el valor de escuchar la voz post-deglución?

Aunque estos hallazgos no invalidan por completo el valor clínico de evaluar la voz después de una deglución, sí invitan a ser cautelosos con la interpretación. Según un estudio más reciente de Griffin et al. (2023), los cambios en la voz tras el tragado, evaluados mediante la escala CAPE-V, no se asociaron con la severidad de aspiración ni con la cantidad de residuo faríngeo durante una videofluoroscopía. Sin embargo, la disfonía basal sí fue un predictor significativo de invasión de la vía aérea, aunque no del residuo.

Conclusiones

El estudio de Welden et al. (2022) refuerza la idea de que la evaluación de la calidad vocal post-deglución no es una herramienta confiable para predecir el riesgo de aspiración. Aunque se ha asumido comúnmente que una voz “húmeda” indica mayor riesgo de aspiración, y una voz “clara” sugiere seguridad, los resultados del estudio muestran que estas suposiciones no siempre son válidas. Los evaluadores no pudieron identificar de manera consistente la presencia de material en la vía aérea, incluso cuando este estaba presente, lo que pone en duda el valor de la voz post-deglución como indicador de disfagia o aspiración.

Además, aunque la presencia de disfonía basal no fue un predictor confiable de residuos faríngeos, sí estuvo asociada con la invasión de la vía aérea. Esto resalta la importancia de considerar la disfonía basal como una señal de alerta para realizar evaluaciones instrumentales más detalladas, como una videofluoroscopia o una endoscopia de deglución (FEES). En resumen, la voz post-deglución puede proporcionar pistas sobre la condición de la vía aérea, pero no debe ser la única base para decisiones clínicas, como modificar la dieta de un paciente. La evaluación instrumental sigue siendo crucial para una valoración precisa del riesgo de aspiración.

  • Escuchar la voz después de comer puede alertarnos sobre cambios, pero no es suficiente para concluir si el paciente está aspirando o no.
  • La presencia de disfonía basal podría ser más útil como señal de alerta y justificar una evaluación instrumental.
  • Una voz clara no garantiza una vía aérea libre de residuos, así como una voz húmeda no confirma que haya aspiración.

Referencias

 

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